martes, abril 18, 2006

Quién Hubiera Dicho

Y dale con las coincidencias:

1.- El año pasado, buscando canciones de Joaquín Sabina, encontré “Con La Frente Marchita”, del disco “Entre Todas Las Mujeres”, que supuestamente es un disco-homenaje que le hacen varias cantantes hispanoamericanas al trovador español.

2.- Un par de meses después, el inesperado viaje a Buenos Aires, con la certeza de que las cosas que sabía de Argentina eran tan pocas que las podía contar con los dedos de la mano: Borges, Evita, Gardel, Maradona, Los Fabulosos Cadillacs, Fito Paez, el mate…

3.- La semana pasada, compré una película de Carlos Saura, “Tango”, misma que intenté ver en tres o cuatro ocasiones a las tres de la mañana, por aquello del insomnio, y que apenas ayer logré ver completa.

4.- De los varios intentos, se me quedó grabada la cancioncita del principio: “¡Qué cosas, hermano, que tiene la vida! (...) / Dos años enteros / la tuve a mi lado / y nunca, ni en sueños, / quererla pensé. / ¡Quien iba a decirme / que loco yo un día / la vida daría / por verla otra vez!...”.

5.- La canción es de Adriana Varela, “casualmente” la misma de “Con La Frente Marchita”, canción que después de mi regreso a México no dejaba de escuchar, porque la letra cobró sentido de inmediato: “«Mándame una postal de San Telmo, adiós, ¡cuídate!» (...) / Con agüita del mar Andaluz quise yo enamorarte, / pero tú no querías otro amor que el del Río de la Plata. (...) / Buenos Aires es como contabas, hoy fui a pasear, / y al llegar a la Plaza de Mayo me dio por llorar / y me puse a gritar: «¿Dónde estás?»”

6.- En realidad hay muchas más coincidencias alrededor de Buenos Aires, la música, la literatura, los amigos, etc., pero esta última de las dos canciones es la más significativa. En verdad considero una “estupenda casualidad” haber conocido estas dos canciones sin haberlo pretendido y que las dos sean de la misma cantante argentina. A lo mejor exagero, pero hace unos meses ni idea tenía de que existían y la suerte las puso en mi camino. Estas cosas realmente me emocionan cuando suceden, porque hacen que me sienta privilegiado, me hacen pensar que el encuentro no fue tan casual aunque no pueda dejar de llamarlo así.

A continuación transcribo la letra de las dos canciones:


Quién hubiera dicho

¡Qué cosas, hermano,

que tiene la vida!
Yo no la quería
cuando la encontré
hasta que una noche
me dijo, resuelta:
“Ya estoy muy cansada
de todo”, Y se fue.
¡Qué cosas, hermano,
que tiene la vida!
Desde ese momento
la empecé a querer.

¡Cuántos sacrificios
hice pa' olvidarla!
¡En cuántos fandangos
mi vida perdí!
¡Quien hubiera dicho
que por su cariño
diera tantos tumbos
como los que di!
He tirao la vida
por los cafetines
pa' mostrarle a todos
que ya la olvidé,
pero todo es de grupo
y al quedarme a solas
he llorao, hermano,
como una mujer.

Dos años enteros
la tuve a mi lado
y nunca, ni en sueños,
quererla pensé.
¡Quien iba a decirme
que loco yo un día
la vida daría
por verla otra vez!...
¡Qué cosas, hermano,
que tiene la vida...
¡Desde aquella noche
la empecé a querer!

Tango de Adriana Varela



Con La Frente Marchita

Sentados en corro merendábamos besos y porros
Y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa.

Te morías por volver "Con la frente marchita" cantaba Gardel
Y entre citas de Borges, Evita bailaba con Freud.
Ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy.

Iba cada domingo a tu puesto del Rastro a comprarte
carricoches de miga de pan, soldaditos de lata.
Con agüita del mar Andaluz quise yo enamorarte,
pero tú no querías más amor que el del Río de la Plata.

Duró la tormenta hasta entrados los años ochenta.
Luego, el sol fue secando la ropa de la vieja Europa.
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió.
"Mándame una postal de San Telmo, adiós, ¡cuídate!"-
Y sonó entre tú y yo el silbato del tren...

Iba cada domingo a tu puesto del Rastro a comprarte
monigotes de miga de pan, caballitos de lata
Con agüita del mar Andaluz quise yo enamorarte,
pero tú no querías otro amor que el del Río de la Plata.

Aquellas banderas de la patria de la primavera,
a decirme que existe el olvido, esta noche han venido.
Te sentaba tan bien, esa boina calada al estilo del "Che".
Buenos Aires es como contabas, hoy fui a pasear,
y al llegar a la Plaza de Mayo me dio por llorar
y me puse a gritar: "¿Dónde estás?"

Y no volví más a tu puesto del Rastro a comprarte
corazones de miga de pan, sombreritos de lata.
Y ya nadie me escribe diciendo:
"No consigo olvidarte, ojalá que estuvieras conmigo en el Río de La Plata"

Canción de Joaquín Sabina

miércoles, abril 12, 2006

Otro Foco Rojo Somos Nosotros, Los Locos Flojos

En el desierto en que trabajo, es gratificante cuando alguien habla de algo interesante. No sucede mucho, pero a veces pasa. Esta semana, alguien mencionó a Óscar de la Borbolla y creí haber escuchado mal, pero no, el autor de "Las Vocales Malditas" es conocido también por gente ajena a las clases de Literatura y Filosofía. Qué bueno.

Por lo pronto, oir el nombre de este escritor, me recordó su cuento de las oes:

–––––––––––––
Los Locos Somos Otro Cosmos

Otto colocó los shocks. Rodolfo mostró los ojos con horror: dos globos rojos, torvos, con poco fósforo como bolsos fofos; combó los hombros, sollozó: “No doctor, no… loco no…”

Sor Socorro lo frotó con yodo: “Pon flojos los codos -rogó-, ponlos como yo. Nosotros no somos ogros”. Sor Flor tomó los mohosos polos color corcho ocroso; con gozo comprobó los shokcs con los focos: los tronó, brotó polvo con ozono.

Rodolfo oró, lloró con dolor: “No doctor Otto, shokcs no…”. Sor Socorro con monótono rostro colocó los pomos: ocho con formol, dos con bromo, otros con cloro. Rodolfo los nombró “doctos”, “colosos”, con dolorosos tonos los honró. Como no los colmó, los provocó: “Son sólo orcos, zorros, lobos. ¡Monos roñosos!”

Sor Flor, con frondoso dorso, lo tomó por los hombros; Sor Socorro lo coronó como robot con hosco gorro con plomos.

Rodolfo con fogoso horror dobló los codos, forzó todos los poros, chocó con los pomos, los volcó; soltó tosco trompón, Sor Socorro rodó como tronco.

“¡Pronto, doctor Otto! -convocó Sor Flor- ¡Pronto con cloroformo! ¡Yo lo cojo…!”

Rodolfo, lloroso con mocos, los confrontó como toro bronco; tomó rojo pomo, gordo como porrón. Sor Flor sonó como gong, rodó como trompo, zozobró.

Otto, solo con Rodolfo, rogó como follón, rogó con dolo: “Rodolfo…don Rodolfo, yo lo conozco…como doctor no gozo con los shocks; son lo forzoso. Los propongo con hondo dolor…Yo lloro por todos los locos, con shocks los compongo…”

-No, doctor. No -sopló ronco Rodolfo-. Los shocks no son modos. Los locos no somos pollos. Los shocks son como hornos, son potros con motor, sonoros como coros o como cornos… No, doctor Otto, los shocks no son forzosos, son solo poco costosos, son lo cómodo, lo no moroso, lo pronto… Doctor, los locos somos sólo otro cosmos, con otros otoños, con otro sol. No somos lo morboso; sólo somos otros. Lo otro, lo no ortodoxo. Otro horóscopo nos tocó, otro polvo nos formó los ojos, como formó los olmos o los osos o los chopos o los hongos. Todos somos colonos, sólo colonos.

Nosotros somos los locos, otros son loros, otros topos o zoólogos o, como vosotros, ontólogos. Yo no los compongo con shocks, no los troncho, no los rompo, no los normo…

Rodolfo monologó con honroso modo: probó, comprobó, cómo los locos son otros.

Otto, sordo como todo ortodoxo, no lo oyó, lo tomó por tonto; trocó todos los pros, los borró; sólo lo soportó por follón, obró con dolo, Rodolfo no lo notó. Otto rondó los pomos, tomó dos con cloroformo, como molotovs los botó. Rodolfo con los ojos rotos mostró los rojos hombros; notó poco dolor, borrosos los contornos, gordos los codos; flotó. Con horroroso torzón rodó con hondo sopor.

Rodolfo soñó, soñó con rocs, con blondos gnomos, con pomposos tronos, con pozos con oro, con foros boscosos con olorosos lotos. Todo lo tocó: los olmos con cocos, los conos con oporto rojo, los bongós con tonos como Fox Trot.

Otto lo forró con tosco cordón, lo sofocó. Rodolfo sólo roncó. Sor Socorro tornó con poco color. Sor Flor con bochorno tomó ron: “Oh, doctor -lloró-, oh, oh, nos dobló con sonoro trompón”. Otto contó cómo lo controló.

-Otto, pospón los shocks -rogó Sor Socorro.

-No, no los pospongo. Loco o no yo lo jodo. No soporto los rollos… Pronto, ponlo con gorro.

-¿Cómo, doctor -notó Sor Flor-, ocho volts?

No, no sólo ocho. ¡Todos los volts !Yo no sólo drogo, yo domo… Lo domo o lo corrompo como bonzo.

-¡Oh no, doctor Otto!, como bonzo no.

-¡Cómo no, Sor Socorro! Nosotros no somos tórtolos o mocosos; somos los doctos… ¡Ojo, sor Socorro! No soporto los complots…

Otto con morbo soltó todos los volts, los prolongó con gozo. Sor Socorro con sonrojo sollozó. Sor Flor oró por Rodolfo. Rodolfo roló como mono, tronó como mosco.

Otto lo nombró: “Don gorgojo”, “loco roñoso”, “golfo”. Rodolfo zozobró con sonso momo. Otto cortó los shocks.

Óscar de la Borbolla