miércoles, agosto 01, 2012

Las cucarachas de la colonia Roma

Gordas,
rojas,
voraces,
dueñas de la calle
-de estas calles-.
En su minúsculo mundo
deben ser las asesinas
de insectos menores,
las que le roban la comida a las hormigas.
En nuestro mundo
-sólo un tanto menos insignificante que el suyo-
son las que gobiernan
a nivel de piso
por las tardes
y la noche entera,
hasta que la luz llega
con las pisadas gigantes
de la gente que sale de sus casas
y de más gente que entra a las oficinas,
como si de nosotros fuera
este territorio de restos de comida
-tributo que sin embargo ofrecemos cada día,
religiosamente,
a estas diosas grotescas
a quienes tanto tememos
porque nos sabemos hechos
a su imagen y semejanza-.


Fénix 36

martes, abril 24, 2012

Dumbala Laika & Le Chant De La Paix

A ver, sí, cantemos todos:



Dumbalalaika
Shteyt a bokher, un er trakht
Trakht un trakht a gantse nakht
Vemen tzu nemen un nisht farshemen
Vemen tzu nemen un nisht farshemen

Tumbala, Tumbala, Tumbalalaika
Tumbala, Tumbala, Tumbalalaika
Tumbalalaika, shpil balalaika
Shpil balalaika, freylekh zol zayn
-----------
Le chant de la Paix
A izza i ana sacranou
A izza i ana sacranou
Askaratni kaasoun kaasoun khalidah
Ana mal' anou bihoubbinn raasikhinn
Lan yatroukani abada
Ana mal' anou bihoubbinn raasikhinn
Lan yatroukani abada

Kim shoyn lied
Kim shoyn lied
Hayss men zol trinken
Zikh oupshikeren
Fil yeder bekher
yaaaa...
Vouss trinkt zikh oyss

Hatta tamtali'aal arnahou houbba
Hatta tamtali'aal arnahou houbba

Hatta tahriqa jaloudana
Naarou, naarou l houbbi
Hatta tahriqa jaloudana
Naarou, naarou l houbbi

Ida ma faraghna min anfousina
Namtali a houbba

A izza i ana sacranou
A izza i ana sacranou
Askaratni kaasoun kaasoun khalidah

Ana mal' anou bihoubbinn raasikhinn
Lan yatroukani abada
Ana mal' anou bihoubbinn raasikhinn
Lan yatroukani abada

Ana mal' anou bihoubbinn raasikhinn
Lan yatroukani abada
Ana mal' anou bihoubbinn raasikhinn
Lan yatroukani abada

Av de gilija
Vorba pijasz te avasz
Li anna qalba mann
Lam yahtariqa houbbann

Av de gilija
Vorba pijasz te avasz
Birevurja
Te amende

Lann yarifa lann yarifa
Asraara l houbbi
Lann yarifa lann yarifa
Asraara l houbbi

Te perguvas kamipe

In vert kaynmoul nisht vissn
Di aynskayt fin ayns tse zahn

Walann yarifa abadann
Wihdata l waahidi

Walann yarifa abadann
Wihdata l waahidi
Walann yarifa abadann
Wihdata l waahidi
Walann yarifa abadann
Wihdata l waahidi

viernes, marzo 23, 2012

Porque el tango no se canta, porque al tango se lo dice


Alguien, a lo mejor, leyó este post mío de hace seis años: Quién hubiera dicho.






Me emociona mucho que me pasen cosas que después, resulta que me pasaron para que pasaran otras más cosas, mejores aún que las anteriores. Hechos que podrían no haber ocurrido, momentos que pudieron haber sido otros o pasar desapercibidos y no tener relevancia futura.



Hoy es uno de esos días [menos mal que nunca he creído en esas patrañas del destino]: en dos semanas escucharé en vivo a Adriana Varela, luego de un intento frustrado por verla en el Ateneo de Buenos Aires en 2009.




Nada de esto habría pasado –ni tendría sentidosi, antes, no me hubiera encontrado por casualidad con su música, en un feliz reencuentro mío con el cine de Carlos Saura; si Joaquín Sabina no me la hubiera puesto a la vista con "esa boina calada, al estilo del Che"; si Buenos Aires no hubiera sido como contaba –y "hoy fui a pasear, y al llegar a la Plaza de Mayo me dio por llorar, y me puse a gritar dónde estás"–.



Hace unos sábados felices, contentos, cantábamos a la Varela mientras caminabamos de noche por la colonia Roma. "¿Quién diablos anda cantando tangos en pleno camellón de Álvaro Obregón?", me preguntaba esa vez. Ahora comprendo que no andábamos cantando nomás porque sí, le estábamos mandando una invitación para que viniera a cantar con nosotros –"cantar, siempre cantar"–.

¡Qué cosas hermano, que tiene la vida!... a contar los días para estar con la Gata Varela. Y mientras tanto: "ya ves, el día no amanece, Polaco Goyeneche, cantame un tango más"...






viernes, febrero 17, 2012

De plagios, premios y otros pleitos escolares

Aunque nadie me lo pidió, aquí van mis muy personales comentarios con respecto al tema éste de los plagios, los premios y los cargos administrativo-culturales:

1.- Todo plagio es condenable, lo haga quien lo haga e independientemente de cuándo, dónde y cómo lo haga. Incluso si se realiza sobre aviso e incluso si se hiciere involuntariamente o sin pretensión de dolo (suponiendo que esto fuera posible).

2.- Todo premio es injusto, incluso los bien merecidos. Como en cualquier competencia, termina con unos pocos ganadores y varios más, bastantes, perdedores. Quién sabe si, realmente, pueda entregarse algún premio como resultado de la objetividad, quién sabe si -dando por hecho la objetividad de “jurados-que-son-sujetos”- pudieran existir órdenes de magnitud para calificar a los artistas y a sus obras: “x” es más poeta que “y” (medido en gramos); tiene menos novelosidad este título que este otro (revise usted la textura); el cuento “a” y el cuento “b”, como se puede apreciar, alcanzan una media de 36 grados de narratividad, debido a lo cual sus autores compartirán el premio ante este, nunca mejor dicho, empate técnico de sus creadores.

3.- Los premios de arte y cultura, contra lo que pueda suponerse, están muchas veces más emparentados con un desfile de modas o con un concurso televisivo que con la literatura, el arte o la cultura. Son competencias donde, a veces, se juega sucio, se utilizan esteroides, se toman atajos; gana “el que más algo”, pierde el que no alcanzó un puntaje, incluso el que siendo “el mejor”, el “más preparado”, el del “curriculum más extenso”, tropieza de último momento, sucumbe al viento, enferma inesperadamente; gana en cambio el de los más amigos, el de los menos enemigos, el de la reputación pública intachable, el de los vicios privados desconocidos.

4.- En términos de arte, una pieza de escultura del siglo XX americano no es equiparable a una obra musical del XIX europeo. El mercado puede pretender ponerles precio, el publico puede eventualmente someterlas a votación y democráticamente preferir una y no otra, pero aun así, ni el mercado ni la democracia son medidas adecuadas para diagnosticar el arte. Yo creo que tampoco la reputación moral, la solidez académica o la suficiencia política. Se parecen, pero son cosas distintas, esferas aparte.

5.- Todo funcionario -incluso si pertenece a una institución educativa- es, antes que nada, un empleado. Se desempeña en sus actividades como un médico en una clínica y como un vendedor en una empresa de seguros. Es su trabajo. Los hay poco, nada, bien y excelentemente calificados para su puesto; los hay quienes llegan luego de una entrevista laboral, quienes entregaron el curriculum más impresionante, quienes heredaron el puesto o quienes llegaron por recomendación. Aun así, se espera que quien ocupe el lugar vacío del organigrama en cuestión esté bien capacitado para las funciones que va a desempeñar; que tenga una experiencia previa comprobable, mejor aún si puede demostrar buenos resultados obtenidos en trabajos anteriores. Ayuda si trae un portafolios de muestra. Muchas veces es determinante su permanencia si se entiende bien con sus jefes, si es respetado por sus subordinados, si sus colegas le aprecian. Esto tampoco tiene que ver con el arte y tampoco es requisito la probidad moral de la persona. Bastaría en todo caso con su capacidad profesional, con cierta honestidad en el ámbito laboral y el más estricto apego a la legalidad y normatividad que le apliquen. Debe haber, con toda seguridad, excelentes servidores públicos que son unos sinvergüenzas con sus familias y verdaderos canallas en su afición deportiva que hacen más que redituables los servicios de la empresa en que laboran.

6.- Lamento todo lo ocurrido en días pasados con Sealtiel Alatriste. No lo conozco en el ámbito personal; le he visto (no en años recientes) en conferencias, presentaciones de libros y otros eventos culturales. Ocasionalmente le he leído y en mi ignorancia nunca he advertido los párrafos que tomó de otros. Lo poco que conozco de él me ha parecido interesante, ameno, incluso divertido; no atinaría a decir si quitándole párrafos, entrecomillándolos o agregándoles citas a pie de página, mi apreciación global sería distinta.

7.- Es posible que, de ahora en adelante, lo lea con otros ojos; es probable que me acerque a sus textos con alguna precaución indebida; a lo mejor incluso le atribuiré a alguna lectura previa el nombre de un próximo personaje, el título de un capítulo, la sentencia última de un artículo. Es incluso factible que si ese futuro texto suyo lo firmase con seudónimo baste para que yo lo lea otra vez con ingenuidad, sin estos incómodos prejuicios, y que, en suma, termine por gustarme o no gustarme más o menos en mismo grado, porque, después de todo, el texto sería el mismo.

8.- Gabriel Zaid es imposible. Cuesta trabajo imaginar cómo hace lo que hace, cómo escribe lo que escribe. Así como hay objetos de ornamento y objetos de primera necesidad, hay personalidades que son parte del paisaje y otras más sin las cuales ese paisaje no tendría movimiento. Es un bien escaso Gabriel Zaid, uno de esos bienes de los que preferiríamos tener más y no menos. A menudo nos abre los ojos, se toma la molestia de ahondar donde los demás no, ve las fisuras en los muros altos, convierte a sus lectores en el Dr. Watson del detective Holmes. “Elemental”, “la pista siempre estuvo allí”, parece decirnos en sus artículos. Celebro que Gabriel Zaid haga evidente todo plagio que sea capaz de detectar y –qué le voy a hacer- le creo incluso sin haberlo verificado yo mismo. Zaid sabe, como pocos, argumentar; en el arte marcial del ensayo es un cinta negra con la más amplia experiencia.

9.- A Sealtiel Alatriste se le acusa de plagio, luego de obtener el Premio Xavier Villaurrutia. Deshonra al premio, le recriminan. Según los “no-jurados” del mismo, la distinción se devalúa porque se la dieron a él -¿y no a quién?, por cierto-. Debería renunciar, le exigen (al premio y… ¡a su trabajo!, ya que andamos en esas).

10.- Percibo a sus detractores más molestos por el hecho de que le dieron el premio que por su inclinación a usar textos ajenos. Se presenta como un solo discurso pero, yo creo, son cosas aparte. Si su método de escritura es el plagio, la pena debería ser tener menos lectores o lectores más críticos, es más: editores más críticos, editoriales más exigentes, medios de comunicación menos ingenuos. Pero cuando cambie de método, que se le reconozca; cuando un texto suyo esté bien escrito –y escrito con sus propias palabras- tendríamos que ser consecuentes y restaurar el mérito que hoy le estamos cuestionando a su obra toda, a su trabajo todo, a su persona toda.

11.- Ahora bien, si el oprobio obedece a haberle dado el premio, ¿el delito no debería recaer en el jurado?: o el árbitro estaba vendido o resultó incompetente. Esta acusación, por cierto no explícita, a mí me parece más grave que señalar con el dedo a un plagiario. Copiar en las tareas es indigno, comprar una calificación (y venderla) es ilegal. Si dentro de las bases del premio, y en el entender del jurado, no se contraviene ningún precepto con otorgárselo a Sealtiel Alatriste, me parece que él tiene derecho a conservarlo. Posiblemente muchos otros escritores lo merezcan más, seguramente yo le hubiera dado mi voto a algún otro si hubiera formado parte del jurado; pero no fue así. Ceder a la presión pública para retirarle el premio equivale para mí a dárselo a algún otro escritor con mayor rating –y quién sabe si con mayor mérito-: “Sealtiel Alatriste, estás nominado; las reglas cambian y en el juego del Big-Brother tus compañeros ya no te quieren en la casa. Todo lo demás no importa, en Twitter ya se votó, el público ya llamó”.

12.- Cuando era estudiante, siempre me cayeron mal los que copiaban en los exámenes, los que le pedían a uno la tarea para presentarla ellos después. Imagino que así ven a Sealtiel Alatriste sus colegas escritores. Debo confesar que así veo, desde lejos, este asunto del plagio de los últimos días: casi como un pleito escolar -aunque entiendo la magnitud del asunto-. Es grave lo que ha ocurrido sobre este tema, un lamentable juego de suma cero. No veo triunfo ni justicia algunos para la Literatura mexicana, para la burocracia cultural del país, para el arte puro, ni para la gente bien, con la declinación al Premio Xavier Villaurrutia por parte de Sealtiel Alatriste, ni con su renuncia a su cargo en la UNAM. Ojalá en lo sucesivo las oficinas de Difusión Cultural tengan un titular más capaz, ojalá el premio se otorgue con mayor pluralidad, transparencia y legitimidad. Nada de esto, sin embargo, tiene que ver con que Sealtiel Alatriste tome párrafos prestados y no nos avise (incluso si nueve de cada diez personas opinasen lo contrario).

Aviso

A lo mejor ya vuelvo a actualizar este blog. A lo mejor, nada más.